"Erasmo: el humanismo en la encrucijada" de Jorge Ledo

El filósofo español Jorge Ledo nos presenta este libro que muestra la vida de Erasmo de Rotterdam, máximo exponente del humanismo trasalpino. El autor advierte de ser una biografía breve debido a la enorme figura que constituyó Erasmo para su época y a su gran producción literal del mismo. Sin embargo, ante dicha dificultad nos presenta un buen complemento bibliográfico al final del texto. La división del texto está constituida en un primer momento por la descripción de la vida de Erasmo hasta los 44 años, seguido por la explicación sistemática de sus obras. Sobre la primera parte es justo el derecho de mostrarnos su vida hasta esa edad porque una vez ya definida su postura intelectual no intenta mostrarnos todas las peripecias que lleva enfrentar diversas acusaciones al final de sus días. Aunque suele ser un texto muy ameno, resulta recargada cierta información por momentos. No obstante, el libro cumple con el objetivo de Ledo: conocer y despertar el interés por la vida del “Príncipe del Humanismo”.

                Sobre la biografía de Erasmo puedo rescatar cinco puntos:

1. La importancia de tener buenos profesores. La vida de Erasmo de Rotterdam estuvo marcada siempre por los buenos y pésimos profesores que tuvo. Aunque su padre conoció el griego y el latín, fue educado en su infancia por un profesor provinciano, rudo e insensible con las letras y el arete, llamado Pieter Winckel. Al mudarse con su familia encontró un buen ambiente educativo en la ciudad de Deventer para estudiar en San Lebuino, una escuela de los Hermanos de la Vida en Común. En ese lugar conoció los principios del movimiento espiritual del siglo XV llamada la devotio moderna (devoción moderna).  Una educación que intentó hacer realidad los principios de “La imitación de Cristo” de Van Kempen, libro clave para entender el misticismo de esta corriente que proponía una renovación espiritual dentro de la vida del clero y de los monasterios de la Iglesia Católica. El círculo de intelectuales que reunió Rudolf Agrícola (humanista holandés) tuvo a dos profesores que Erasmo admiró siempre Johan Syntheim y Alexander Heguis. Se cuenta que recibió el aliento necesario de esos profesores para seguir sus estudios de filología clásica desde los 14 años. No obstante, la peste le trajo infortunios que lo llevarían a las aulas del monasterio de Steyn donde no encontró profesores que lo motivaran a potencializar su destacada pasión por las artes clásicas: “Si los hermanos [profesores] ven a un muchacho cuya inteligencia es más elevada y activa de lo habitual – como suele ser el caso de los muchachos dotados y capaces-, su meta es romper su espíritu y someterlo con castigos corporales, amenazas, recriminaciones y otras varias artimañas – disciplinarlo, lo llamas- hasta que lo hacen encajar en la vida monástica” (p.25). Años después en Francia, tras conseguir seguir estudios, tuvo que soportar la “escuela vinagre” de Montegiu y la mala administración de Van Standonck que se veían reflejadas en las pobres condiciones higiénicas de dicha escuela. Además, criticó el método educativo escolástico de los doctores en teología franceses por ser muy especulativos y nada productivos para el verdadero conocimiento de Dios. En Inglaterra conoce a uno de los mejores profesores que lo va a maravillar, John Colet. El humanismo del inglés va a influir mucho en Erasmo quien admirado escuchará sus clases como alumno libre. ¿Cuál es la diferencia entre los profesores humanistas y los demás profesores de la época? El conocimiento y gusto por las artes clásicas antiguas. Esta diferencia se agranda al momento de leer e interpretar un libro escrito en latín o griego. Ello significa un rechazo de lo que se venía estudiando hasta ese momento, es decir, lecturas tediosas, repetitivas y mal traducidas (ejemplo de ello es el Mammotrectus de Gramática de Johannes Marchesinus) para el estudio de las Sagradas Escrituras. La influencia de profesores humanistas en Erasmo es muy importante porque a partir de ella empezará a ser más riguroso con su papel de profesor. También porque es, gracias a estos buenos y malos profesores, que empieza a escribir sobre las bondades exigentes que todo maestro debería tener. No cualquiera puede ser maestro bajo los ojos de Erasmo.

2. El infortunio y la exigencia autodidáctica. La diosa Fortuna no acompaña a Erasmo desde su nacimiento. Hijo bastardo, huérfano a temprana edad, obligado a estudiar sin comodidades, dando cuentas siempre a su monasterio, sin riquezas para vivir, amenazado de enfermedades, incomprendido y acusado de hereje. Pero todos estos infortunios, él sabrá enfrentarlos. Al no poder estudiar en alguna universidad de Italia, Francia o Inglaterra por no tener la condición económica deseable ni el apoyo de un mecenas importante, tuvo que empezar a ser autodidacta en todo momento. Así pues gracias a las amistades que hizo, logró ser alumno libre de John Colet y compartir hospedaje con Tomás Moro. A pesar de haber afirmado en algún momento de su vida: “Nada me apartará de los estudios Sagrados. He venido aquí a aprender, no ha enseñar o apilar dinero”, se vio obligado a trabajar como profesor particular de un grupo de estudiantes franceses e ingleses y siendo tutor de hijos de hombres adinerados para poder sobrevivir. El hecho de enseñar a otros lo llevó a cubrir sus necesidades económicas, conocer nuevos lugares y sobre todo a ser más exigente consigo mismo. Fue así que al darse cuenta que no existía un manual claro para el estudio del latín verdadero. Preparó para sus propios alumnos los textos “Manual para escribir cartas” y “Formulas de la charla cotidiana”. Este hecho será importantísimo. Lo que hizo Erasmo en ese momento lo convirtió en el maestro de muchos humanistas porque dichos textos terminarán siendo reimpresos sucesivamente por los años venideros. Con ello logró sentar las bases para la expansión del humanismo por toda Europa.

3. El conflicto entre la sagrado y pagano. Desde su juventud fue un apasionado por el estudio de las artes clásicas griegas y latinas, consideradas como paganas. Hay que recordar que esta pasión por conocer la esencia verdadera y palabras reales de esos pensadores, no era común en su época. El humanismo sólo se movía entre un grupo aislado de intelectuales y la filología (la ciencia que estudia el origen y evolución de una lengua) estaba naciendo. El conflicto interno en Erasmo fue ver que las traducciones que existían en su época no estaban bien elaboradas. Y se agravaba más cuando, esas malas traducciones, eran consideradas como libros sagrados de la tradición de la Iglesia. Prueba de ello fue la crítica que hizo Lorenzo de Vallas a la Vulgata o el afán de Erasmo en traducir del griego al latín el Nuevo Testamento. Pero, ¿cuál es el conflicto? El problema es que San Jerónimo había prohibido el estudio de todos aquellos textos que no pertenezca a la Tradición de la Iglesia o no sean considerados Sagrados. Erasmo solo podía aceptar la patrística latina para una verdadera afirmación de la espiritualidad y no aceptaba el nuevo aristotelismo escolástico. Él encontrará muchos problemas con la tradición del aristotelismo escolástico que, a su parecer, era una pérdida de tiempo porque enseñaban textos que eran considerados autoridad sin haber sido revisados filológicamente y que los debates teológicos estaban entrampados porque se construían en base de libros mal traducidos. Y para poder corregirlos es indispensable el estudio y conocimiento de autores clásicos o de lo pagano. Para él, observar y purificar el mensaje de Cristo de las malas traducciones es hacer la verdadera teología, intentando unir la latinicidad clásica con la patrística latina. Al afirmar esta idea, rompe la tradición puesta por San Jerónimo: “Señor, si alguna vez tengo libros seculares y los leo, es porque he renegado de ti”. Esta afirmación marcó la época medieval donde se creía que para conocer a Dios no se debería estudiar autores paganos o clásicos, y sólo se debería hacerlo mediante la Fe revelada de las Sagradas Escrituras y la Tradición del Magisterio de la Iglesia.

4. La filosofía del sileno. Los silenos eran figurillas talladas por los artesanos de tal forma que podían abrirse en dos puertas mostrando su contenido interno. La figura que cerrada parecía un flautista deforme revelaba al abrirla la imagen de un dios hermoso. Estas figurillas representaban a la mitología griega del sileno, un ser bohemio y sarcástico pero lúcido y sabio cuando estaba cuerdo. Erasmo coge este ejemplo para ilustrar su pedagogía frente al problema teológico en que se hallaba. La Verdad revelada estaba en el interior del hombre. Había que dejar lo externo para buscar el interior de cada uno. Esta idea también tiene influencia de la devotio moderna. Sólo hay que aceptar a aquellos hombres que saben desarrollarse desde el interior, donde reside el espíritu, hacia el exterior. Con ello, daba una crítica fuerte a la Iglesia de su tiempo, sobre todo al papado de Julio II, el papa guerrero, quién servía de ejemplo para ilustrar una vida exterior ostentosa pero de una mísera vida interior. Esta crítica será explotada por la Reforma Protestante, especialmente por Lutero. Sin embargo, Erasmo romperá con los ideales separatistas luteranos porque piensa que la Iglesia está unida en su interior por el Espíritu y que los problemas exteriores nos separan y tiene solución. Por otra parte, la filosofía del sileno, sirve también para resolver el conflicto teológico entre lo sagrado y lo pagano, entre la tradición y lo clásico. Para conocer la Verdad de las Sagradas Escrituras, debemos de quitar todo aquello que estorba o no nos deja leerla correctamente, es decir, conocer el origen griego de las letras en que fue escrito la Biblia para entenderla en su verdadera dimensión. Por eso importante el conocimiento de los clásicos paganos. Pero Erasmo va más allá de sólo conocer el griego para el entendimiento verdadero de las Sagradas Escrituras. Ahora, conociendo el pensamiento de los autores clásicos, podemos encontrar la Verdad de Dios. En lo pagano también se revela Dios. No es en vano que en su traducción del Nuevo Testamento haya colocado “Al inicio era el Discursoen vez de “Verbo”. Con ello, asegura que las palabras paganas también hablaban de Dios y no sólo se encontraba en las Sagradas Escrituras. La filosofía del sileno, determinó la pérdida de autoridad de la Iglesia Católica en Europa.

5. Su gran producción literal. Aunque no sea un filósofo sistemático, desde “De cómo los niños han de ser precozmente iniciados en la piedad y en las buenas letras” se observa la intención de Erasmo de Rotterdam de reformar al individuo y a la sociedad de su tiempo; y por ende puede ser considerado como el maestro de varios humanistas. Hay una coherencia entre su pensamiento y los diversos libros publicados para profesores, estudiantes, príncipes, para las mujeres, confesores, predicadores, entre otros destinatarios. Por ejemplo, en “El libro de los antibárbaros” destaca el valor de la cultura clásica frente a la barbarie. Sólo el conocimiento del arte griego y latino supondrá un desarrollo cultural. En el “Enchiridion o Manual del buen soldado cristiano”, plantea que son dos armas con los que se tiene que enfrentar al mundo para que pueda tener un proceso de introspección que nos acerca al mensaje de Cristo: la oración y la sabiduría. La oración permite siempre estar con Dios, mientras que la sabiduría debe ser el conocimiento de las Sagradas Escrituras. Y para ello es necesario empezar por conocer el estudio de los clásicos: “la literatura profana prepara maravillosamente para el conocimiento de la Escritura, ya que adentrarse en ella con pies y manos sucias es casi un sacrilegio”. De esta manera, Erasmo propone un verdadero proceso de renovación espiritual para el cristiano. Sobre su obra cumbre “Elogio a la Locura o Estupidez” o conocida como “La Moria”, nos dice una verdad bajo el disfraz de la ironía. La historia es simple: alumnos recibiendo la clase de una maestra orate. Con esta obra, Erasmo demuestra que se siente cómodo escribiendo verdades mediante el humor que había conocido gracias a la traducción de griegos como Aristófanes o las traducciones de Luciano de Samósata. Pero, ¿qué verdad revela en La Moria? Que la sociedad actual no está yendo bien. No se está preocupando por el interior, que los sabios están inmersos en clases donde les enseñan absurdos planteamientos escolásticos, que los intelectuales están abrumados de puras tonterías nada productivas para el ser humano. El hombre no está recibiendo una educación verdadera que lo conduzca a un desarrollo espiritual más profundo. Es evidente que con Elogio a la Locura, Erasmo se llene de tantas críticas que lo llevarán a ser considerado dentro del Índex de Libros Prohibidos de toda Europa de los reinos católicos. No obstante, sembraría la semilla que cambiará para siempre el destino de la Filosofía. Por último, está el análisis de “La educación del príncipe cristiano”, un opúsculo ofrecido al rey Carlos V o Felipe el Hermoso. En ella nuevamente hace hincapié en la formación interior del hombre. La responsabilidad de una formación espiritual interna que tiene el gobernante es mayor frente a cualquier hombre. Por tal motivo, un buen príncipe debe ser una persona con una vida interna donde habite el espíritu de Dios, llena de paz, de respeto, de caridad, que busque la concordia y la unanimidad entre los reinos. La paz viene del interior del gobernante y la comparte externamente a todo su reino. Erasmo plantea que el obrar mal es por falta de educación, por ignorancia del bien (esa es la esencia también de Elogio a la locura). Por ello, un buen príncipe debe estar bien formado por profesores de alta calidad. La tarea de la intelectualidad es de acompañar al gobernante para guiarlo a tomar decisiones. Por ello, se pide que el poder de un príncipe esté sometido a un consejo sabio para no caer en tiranía. La misión de un buen príncipe es mantener la armonía del estado porque, más allá de ser un mandato cristiano, es del pueblo de donde emana el poder del príncipe y a ellos se debe. Sólo si el príncipe trae paz a su estado florecerá la cultura y las artes, es decir, el desarrollo de su pueblo.

Comentarios sobre el libro de Jorge Ledo (2015) de la Colección Descubrir la Filosofía. Bonalletra Alcompás: España.

Comentarios